Pedofobia

Empiezo este post como empieza cualquier blog que se digne de llamarse así: disculpándome por publicar tarde y exponiendo las excusas del retraso.

Para aclarar la cuestión del titulo del post debo señalar que este post no tiene que ver con la pedofilia que hace referencia a las inclinaciones sexuales de algunas personas en las que los menores de edad forman parte activa, más no propiamente de activos.

La pedofobia se relaciona con los niños, pero en el sentido de no soportarlos, de no tolerarlos, de no aguantárselos, de no poder ni verlos…, en fin creo que la idea es clara.

¿Bueno y este tema que tiene que ver con franja rosa?, pues bien las parejas gays biológicamente no pueden tener hijos y algunos (los menos soñadores y eso me incluye) lo consideran una ventaja: más tiempo para dedicarse a uno mismo, menos gasto y sobretodo la posibilidad de en cualquier momento despegar y volar como una dulce mariposa hacia donde nos lleve el viento.

De otro lado tenerlos implica hacerse a una familia y sentirse orgullosos de extender su vida más allá de la propia vida, no pasar un vejez solitaria y muchas cosas de esas más. (maricaditas que llaman).

Yo defiendo la pedofobia y considero que un conjunto de leyes que castigan la pedofilia debería premiar y resaltar la pedofobia, y aunque no niego que la hija de mi mejor amiga es adorable, hay situaciones en mi cotidianidad que me han hecho reiterar mi apoyo a mi propia ‘pedofobización’ y a hacerla parte de mi estilo de vida, lean primero y decidan después de que lado quieren estar (no olviden que no estar de ningún lado también es una opción):

• El niño que uno se encuentra en un bus, en un restaurante o en cualquier sitio público y se queda mirándonos fijamente como si fuera obligación hacerle risitas, muecas o guturales sonidos sin sentido para que el crío se pueda reír de mi a todo lo largo y todo lo ancho.
• El que sin más consideraciones llora a grito desesperado convencido que entre más alto sea el nivel auditivo de sus alaridos mas prontamente sus abnegados padres correrán en pro de su bienestar, sin importar incomodar al resto de la humanidad (sobre todo mi humanidad).
• El que posee un helado, chupeta (léase bom bom bun o pirulito) y decide que el mejor lugar para limpiarse después de devorar el codiciado dulce es la ropa o cabello de aquellos desconocidos que se encuentren en las proximidades.
• El hijo de la señora pseudo desconocida (o ampliamente reconocida) que llega de visita a la casa, el cual quiere coger todo lo que ve y cuya madre lo aplaude estrepitosamente cada vez que rompe algo.
• El hijo del compañero de trabajo, que termina en la oficina por que el desesperado padre no encontró con quien dejarlo y quiere saber con lujo de detalles de que se trata el precioso informe que el jefe necesita en media hora (es claro que el susodicho niño no tiene ni idea de que es el trabajo de uno) y cuando se aburre aprovecha para escribir en cualquier documento, memorando o recibo importante, “Mi mamá me ama”, en una muy escueta caligrafía.
• El niño que no tiene ni idea que después de una hora de cola para pagar un servicio o hacer alguna diligencia bancaria uno no quiere alguien que se acomode delante de uno y empiece a gritar: “Mamá hazte aquí!”
• Aquel hijo de algún cliente que quiere estar en todo, si uno entrega un documento él lo quiere leer primero que el padre, si se hace una pregunta, es él el que quiere responder, dejo una dedicatoria muy especial a aquellos niños a los que si no se les cumple con sus requerimientos empiezan una rabieta de las peores.
• Dejo para el final los niños que aunque desconocidos entre si al principio, luego de un rato socializan y empiezan a jugar a correr de un lado para otro (creo que intentan atraparse o algo así) llevando a su paso a cuanto ser humano encuentren por delante no importa que sea joven, adulto o la abuelita con el caminador.

Creo que justifico mi pedofobia, aunque considero que los niños no tienen la culpa de ser como son, no debo yo ser el afectado por dicho comportamiento, en un acto extremo de desesperación (digamos mi primera afloración pedofóbica), mi pareja y yo decidimos adoptar una jirafa de peluche; nunca molesta a nadie, no necesita comer o cuidarse y lo único que odia es a los niños que vienen a la casa y quieren alzarla, su nombre: Antonia.



No se me olvida que yo también fui niño, es mas en el fondo creo que no he dejado de serlo y la pedofobia puede ser envidia de saber que en realidad no lo soy. (Eso se llama síndrome de Peter Pan)

Bueno, aquí termino hoy este post, con el extraño sabor en la boca que me aleje un poco del tema pero forma parte de mi estilo de vida (y de muchos otros y otras tan gays como yo), esta semana publicare algo mas florido.

Gracias por visitarme, gracias por leerme, gracias por sus comentarios, gracias, gracias, muchas gracias.