Después de las fiestas decembrinas y antes de iniciar el
nuevo año laboral es bueno recargar las energías para evitar que la
monotonía termine por carcomerse este
cuerpecito destinado al disfrute de los mortales pero hondamente devorado por
el trabajo y la rutina.
Es por esta razón que aproveche el primer puente festivo del
año para viajar con mi novio al hotel gay de Melgar, dicho viaje implicaba un
doble reto, el primero era superar el miedo a creer que el viaje sería tan
desastroso como el que tuve con Ed, seis meses atrás a ese mismo hotel, el
segundo enfrentarse a las travesías propias de la temporada estival en el
destino más popular y menos glamoroso del centro del país.
Finalmente mis miedos fueron superados y logre lo que se
puede llamar un placentero fin de semana al lado del hombre que tanto quiero,
en el marco de un lugar donde la libertad, no el libertinaje, de expresar
afecto a una pareja del mismo sexo brinda mayor comodidad al lugar.
Haciendo justicia al hecho de querer retomar la frecuencia
de mis publicaciones y no pudiendo tener queja alguna de la inmejorable
compañía de mi viaje, paso mejor a realizar una breve reseña del lugar que se
prestó a darnos alojamiento, con el
objetivo de señalar las ventajas y desventajas del mismo, y mejor conocido en
los altos, medios y bajos círculos del mundo gay capitalino como Hotel Joohn.
Sin más preámbulos, entonces dejo aquí esta breve reseña
para que como siempre lean, juzguen y opinen.
Para empezar debo resaltar el esfuerzo de Jairo y Jhonatan,
sus propietarios, por haberse arriesgado a la aventura de crear un espacio para
la comunidad gay y posicionarlo dentro de un entorno que aun se encuentra
estigmatizado y estereotipado por la homofobia y por mitos tan arraigados en la
idiosincrasia propia de un pueblo como Melgar.
El hotel sin más ni más es un espacio acogedor, debido a que
mis viajes precedentes habían sido a gigantescos complejos hoteleros, mi
primera sensación fue la de sentir que era muy pequeño pero rápidamente descubrí el encanto de tener todo relativamente a la mano con la discreción que
muchas veces es necesaria en un lugar de estos.
También debo resaltar la organización de los eventos del
lugar, sin agregar demasiado puedo decir que me sentí maravillado con la fiesta
de celebración de los tres años del hotel, una actividad muy agradable y que
resalta nuevamente el empeño que sus propietarios le han colocado a tratar de
sacar avante este ambicioso proyecto.
Sin embargo debo decir que no todo lo que paso fue color de
rosa y si hago esta reseña es porque considero que existen algunos aspectos que
pueden mejorar, en pos de lograr una mayor satisfacción de individuos que, como
yo, solo buscan pasar un fin de semana con su pareja.
El primero de ellos tiene que ver con el aspecto logístico
en cuanto a la atención a los huéspedes, aunque está establecida en un marco de
cordialidad muy característica de nuestra amada raza Colombiana, la
distribución de las tareas es confusa y muchas veces los meseros se concentran
en un grupo de personas descuidando las
demás, amén de mencionar que en momentos daban prelación a los amigos más
cercanos al propietario del hotel ignorando casi por completo a quienes
aparecíamos como neófitos turistas en tierra ajena.
Como situación curiosa me llamo enormemente la atención el
hecho que un mesero mencionara que aun no podía servir desayuno porque:
“Estaban comprando los huevos”, esos detalles propios de la organización y
alimentación de huéspedes deben ser manejados con mayor tacto ya que revelan
una falsa falta de previsión y organización.
El segundo aspecto tiene que ver con las instalaciones en sí
mismas, una no muy minuciosa observación me permitió descubrir que el espacio
del hotel ha sido tomado en arriendo y que por esto sus propietarios no pueden
realizar grandes obras de infraestructura destinados a adecuar el lugar, sin
embargo al ver las imágenes promocionales que vía web obtenía del hotel, no
podía por menos sentir una leve desilusión al llegar allí.
Algunos espacios subutilizados podrían ser adaptados para
uso comunitario y otros tantos requieren mínimas reparaciones de carácter
locativo, para atender esos detalles que el huésped promedio nota al instante,
un interruptor dañado o una esquina con la pintura levantada, un ventilador
ruidoso que amenaza con caer sobre nosotros, son solo ejemplos.
Sin embargo espero de corazón que estos dos amigos, los
cuales desconozco si sean lectores de este espacio o no, tengan la oportunidad
de crecer aun más con su notable y reconocido hotel y agradecer de nuevo la
oportunidad de brindar un lugar donde pasar un apacible fin de semana.
Para finalizar resalto el hecho curioso que el primer día de
mi arribo no pude por menos sentirme como mosco en leche al observar como todos
los demás huéspedes lucían sus esculturales cuerpos, trabajados en inagotables
horas de gimnasio y que ahora doraban ante el implacable sol, mientras yo lucia
mi prominente barriga fruto de horas de sedentarismo ante el computador y los
pecados gastronómicos de diciembre.
Poco después me reconforto saber lo que muchas veces hemos
hablado con mi novio: “Los abdominales atraen, pero la barriguita enamora”.
Fragmentos
Muchas gracias a todos los lectores fieles que tras mis
ausencias regresan a darle vida a este espacio, miles de gracias a los que se
toman un momento de leer mis letras e iluminarlas con la luz de sus sonrisas y
´por supuesto miles de gracias a quienes se toman un momento de comentar cada
uno de mis post, mis manos dan cuerpo a este espacio pero son ustedes, amigos
lectores quienes le dan un alma.