Todos los días me levanto, me lavo, me visto, desayuno, arreglo mi casa, recojo mi ropa sucia, cierro mi apartamento con doble llave y me dejo digerir por el insaciable transmilenio que empalagado de personas tarda una hora para acercarme al escritorio desde donde puedo ver un prado cercano donde los demás se regocijan mientras mi vida pasa entre números y discusiones.
Sin embargo veo la gente y me siento diferente a todos, ya no me siento un oficinista más, aquel que su rutina lo carcome día a día, surge de mi interior esa personalidad de “Loca fabulosa” y empiezo a mirar con ojos de deidad sobre los mortales que me rodean. Me siento diferente, superior y simplemente fantástica.
Observo al muchacho de pestañas impensas que me observa con curiosidad, comprendo que algo en mi le ha llamado la atención y sé que con cruzar dos palabras aumento potencialmente mis probabilidades de besar esos ojos en la madrugada, pero también aprecio su timidez y me dedico a observar cómo él me observa en silencio.
Rastreo las caras de las personas como si se tratase de escáner de reconocimiento facial, y pronto noto que estoy observando más allá de las personas y construyendo mundos inimaginados, de un mundo de imaginarios que poco a poco se convierte en letras que aspiran sobrevivir a la eternidad, la señora de rostro endurecido por el sol y el viento y en sus manos una bolsa con un recipiente plástico y la imagino una hora más tarde frente a un puesto ambulante vendiendo exóticas comidas a desprevenidos transeúntes.
Las niñas escolares que susurran y ríen por lo bajo pensando en la cara de la maestra cuando no las vea llegar a clase, el señor mayor con una chaqueta juvenil y llega a mi mente la imagen de una niña dándole esa chaqueta de regalo de día del padre y el odia la chaqueta pero ama sobre todas las cosas la sonrisa de su hija, el humilde señor dormido despliega ante mí una noche mágica de ruidos misteriosos e indagaciones de figuras en las sombras.
Y entiendo porque me siento superior, porque la diva que llevo adentro resuena y trata de liberarse, porque no solo es ser gay, es ser escritor, es tejer sueños con las vigas de la realidad y la mampostería de mi propia imaginación, porque mientras las personas deambulan entre sus diferentes obligaciones yo ando entrando y saliendo del país de la maravillas a cada paso solo interrumpido por la filosa mirada de unos ojos de largas pestañas que solo sueñan con ser besados en la madrugada.
Soy libre, soy bloguer.
7 comentarios:
Hermosa frase.
Ciertamente poetico el post, me gustó.
Solo a ti se te ocurre salir a bailar este fin de semana de elecciones... solo a mi se me ocurre llamarte justo cuando estas de viaje.
Hermosas palabras...
Y mira que tenes mucha razon, no solo somos "unas oficinistas" del monton.
Siempre hay un modo diferente de interpretar la vida...
Saludos!!!
Un post memorable. Como poco a poco vas dando los motivos por los cuales te sentís diferente, es genial! Ojalá sigas siendo libre siempre!
BESOTES Y BUENA SEMANA!
Si, ajam!...
Bueno joey, me gusta el giro desde el agobio laboral a la sublime superioridad gay.
Estupendo como siempre con sutiles dosis de aquello en lo que eres un maestro.
Lamento haberme perdido en tiempo real las reacciones a tus post que desde mi agobiada superioridad (recuerda aquello del vigor híbrido y los porcentuales heredables de los parentales).
Te mando un abrazo y espero no perderme tus post...
Un abrazo
Definitivamente somos una clase aparte... algo chiflados tal vez, pero de todas maneras originales.
Saludos,
Me gustó mucho, me hizo pensar en la maravilla de la vida. Dentro de su cotidianidad.
Esa sensación es sencillamente hermosa!...
Somos una nueva, muy nueva raza?
jajajaaj genial!
besitos desde mi lejana galaxia
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