29 de agosto de 2011

Errores en la cama

En todos estos años que llevo compartiendo fogosos momentos de placer con personas de mi mismo sexo he sentido que es a lo que pertenezco y creo sin lugar a dudas que parte de definir mi lugar en este mundo se relaciona en demasía con mi orientación sexual.


Pero no crean que soy un depravado que solo piensa con el pipi, aunque por posts anteriores se sabe que yo de santo poco, es bueno que sepan que también he tenido esos dulces momentos de la vida en los cuales ha primado la monogamia y la unión carnal unida al sentimiento del amor.

También es bueno retomar el tema y aclarar que no en todas las ocasiones este proceso de copulación no procreativa ha llegado a feliz término, en algunas ocasiones el susodicho de turno, léase marido permanente, amante esporádico, o arremuesco de ocasión ha resultado todo un fiasco por una o dos acciones inapropiadas que han caído como un balde de agua fría en la ardiente llama de la pasión y han dejado el acto de apareamiento con una sensación amarga similar a la que se tiene cuando uno pide el mejor postre de la carta y el mesero dice que ya se acabó.

En un acto de desinteresada generosidad, hoy participo a mis queridos lectores de aquellos pequeños errores que han convertido lo que debía ser el carnaval de Barranquilla en la cama, en la misa de gallo de año nuevo con tía rezandera incluida, así que hoy presento este top ten de los errores de cama más comunes a fin der que eviten cometerlos y no arruinar el glorioso acto que define mucho de nuestra orientación sexual, aquí les dejo para que como siempre lean, juzguen y opinen

Número 10. Copiar y pegar: No es necesario ser un adicto a la pornografía para saber que en estas películas el protagonista de turno manifiesta verbalmente su placer con expresiones como “Oh my god” o “Fuck me”, también es cierto que la incipiente industria latina en este sentido no colabora mucho con disponer de estas películas el casto idioma de nuestra madre patria, pero no por ello uno espera obtener una demostración de mínima originalidad al oír de su particular consorte las agringadas frases curtidas de falso placer y que suenan pomposamente artificiales en alguien de rasgos tan mestizos como los de su humilde servidor.

Este error lo dejo en la posición número 10 por que no logra destruir la libido en sí, y su presencia no logra destruir la magia del momento aunque si logra que uno se desconcentre en el acto.

Número 9. La falta de higiene: En si el acto de conjunción carnal puede calificarse de sublime e incluso adquiere cierto matiz interesante cuando sucede de forma inesperada y en los lugares menos convenientes, pero aun así ni en estas emotivas y particulares situaciones debe uno tropezarse con olores desagradables o residuos biológicos provenientes del interior del cuerpo del compañero de turno, admito que es un placer morboso encontrar uno que otro vello mal podado de su lugar de origen, e incluso confieso que he tenido una que otra fantasía con un musculoso y apuesto obrero cubierto de grasa pero aseguro que de las cosas más placenteras es estar cerca de una persona cuyo cuerpo se siente limpio y despide un agradable aroma. Claro sin exagerar ya que la higiene en exceso enfermiza puede resultar tan inconveniente como la falta de aseo.

Este error lo dejo en el noveno lugar ya que por fortuna es muy poco frecuente en el selecto (¿?) personal que ha reposado en los brazos de su humilde expositor.

Numero 8. La impaciencia: Esta es una nota para los adictos al sexo, la penetración en sí sola no constituye el acto sexual, es una parte integral de ella como cuando se sirve una cena, esta no solo incluye el plato principal, ya que no es lo mismo contar con un restaurante de lujo, música de fondo, servilletas de seda, meseros uniformados, una copa de vino al llegar, entradas, ensaladas, postre y café adicionales, de la misma manera no es lo mismo tener algunos besos caricias, un ambiente relajante y una ducha caliente post coital que un simple “Empelótese y acomódese”, las mieles del sexo no saben tan binen si vienen en empaques de comida rápida.

La impaciencia ocupa el octavo lugar porque en mi recorrido he encontrado situaciones mucho más desmotivadoras, y ya que uno que otro polvo de gallo ocasional resulta divertido.

Número 7. La indecisión: Haber hombre, gastó una hora en llegar hasta aquí, conversamos, acordamos y definimos lo que queríamos ambos, es decir hicimos toda la tarea previa, y ya en la cama, sin nadita de ropa con este frio tan verriondo que hace en Bogotá, habiendo alistado todo lo necesario: ¡Me va a salir con el cuento de que no está seguro!, no joda primero decídase y luego si emplee parte de mi tiempo y del suyo en saber lo que quiere, se hubiera evitado más de un disgusto, pero fresco que no lo volveré a llamar por calienta huevos.

La indecisión queda en el número 7 ya que algunas veces está motivada por que el interlocutor físico del acto no se decide debido a que ha detectado en nosotros algunos de los errores presentados en esta no tan breve exposición.

Número 6: Las maromas; considero a título personal que el éxito de una conjunción carnal se basa en que los implicados puedan armonizar sus gustos y acciones de manera que los dos (o más) lo disfruten plenamente, pero no falta el bruto que piensa que esta copulando con un bulto de papas y lo zarandea a uno como si de un costal se tratase, amén de contar los que creen que uno se acaba de volar del grupo de contorsionistas y acróbatas del circo de los hermanos Gasca y esperan que realicemos cuanta maniobra de alto riesgo transcurre por su desbocada imaginación.

Dejo las maromas en sexto lugar porque aunque algunas resultan divertidas, una lesión no es el resultado más deseable cuando de sexo se trata.

Número 5. Las palabras vulgares: La verdad no sé qué cosas pasan por la cabeza de algunos individuos, pero si hay algo que me desencanta en esta vida es aquel individuo que en medio de la penetración aumenta su placer mediante el uso de la coprolalia, para los menos eruditos (entre los que me incluyo por eso busque esta palabrita en el diccionario) la coprolalia hace referencia a decir cuanta obscenidad de tipo aberrante se nos venga a la cabeza al punto tal de acabar, así sea momentáneamente, con la dignidad del interlocutor físico de turno.

Las palabras vulgares ocupan el quinto lugar porque forman parte de la espiral descendiente que transforma el glorioso acto de hacer el amor en una simple y corriente pichada.

Número 4. La prepotencia: Es verdad que cuando uno se acuesta con alguien se acuesta con su pasado y es obvio que por esto uno debe tomar las precauciones mínimas a fin de evitar contraer algún tipo de enfermedad de transmisión sexual, pero es realmente incómodo que el susodicho traiga a colación los menores y pormenores de sus encuentros íntimos anteriores, peor aún si termina evaluando el desempeño de uno de forma comparativa con lo aprendido en su larga (¿?) experiencia, el caso más patético de esta situación es que después de escuchar sus no deseadas conclusiones remata con una frase como:“Esto no lo hago con cualquiera”.

Queda en el cuarto lugar porque realmente el prepotente no solo es mal polvo sino que además se jacta permanente y erróneamente de sus habilidades en la cama.

Número 3. A dormir: Como lo dije en ítems anteriores la unión carnal entre humanos no solo se basa en la copulación propia de los animales con fines netamente reproductivos, por esta razón resulta altamente desmotivador el hecho de tener como compañero a alguien que inmediatamente a concluido con la labor sexual, se dedica a roncar a pierna suelta como quien hace la siesta de un almuerzo pesado, particularmente me hace sentir utilizado, feo y poco interesante, eso sin contar aquellos individuos no tienen la precaución de eliminar de su piel los residuos solidificados de los líquidos provenientes de diferentes partes del cuerpo durante el acto sexual, sino que se limitan a demostrar cuan ruidosos pueden ser los guturales sonidos que emanan de su garganta en su estado de somnolencia post coital, mientras que uno sintiéndose la más fea, la más pobre y la mas de malas, se limita a pensar como este ser pudo quedarse dormido tan rápido, si “antes de” se mostraba tan enérgico y entusiasmado.

El hecho de dormirse lo dejo como el error número tres porque demuestra que nuestro compañero de ocasión desconoce por completo la verdadera dimensión de un acto sexual.

Número 2. La rutina: Bueno no se ustedes pero yo debo admitir de forma muy apesadumbrada que poco a poco me canso de lo mismo, para ser preciso me canso de tirar siempre en las mismas circunstancias, siempre en el mismo lugar, en la misma posición, en el mismo momento del día, con las mismas caricias y hasta con el mismo personaje, más de un puritano se debe escandalizar en este momento, pero para no encender las alarmas de la doble moral de este mundo, me refiero al hecho de siempre estar con la misma persona en la misma actitud, al punto tal que después de algún tiempo, uno conoce a la perfección la sincronía de caricias y momentos “especiales” a suceder, el número de besos a dar, como el músico que de tanto practicar una sinfonía requiere para ejecutarla el mismo nivel de concentración que cualquiera de nosotros requiere para caminar.

La rutina ostenta el segundo lugar porque es un error en la cama que poco a poco va destruyendo toda esa magia que existe alrededor del acto sexual al punto que el desencanto llega mucho antes que la faena empiece.

Numero 1. El egoísmo: Podrá parecer algo repetitivo, pero debo insistir que en un acto sexual salvo los gloriosos momentos del yo-con-yo (y que tire la primera piedra aquel que no lo haya practicado), hay más de una persona implicada y que cada persona tiene sus propios gustos e intereses, por lo tanto el acto sexual no es una lucha de poderes para ver quien impone su forma de hacer las cosas sobre el (los) oponente (s), por el contrario, el acto sexual se basa en poder encontrar la forma de proporcionar placer cediendo en parte a los intereses propios, cuando la contraparte ve las cosas de la misma manera, ¡suaz! se hace la magia y es cuando todos decimos: “Que polvo tan vacano”, importantísimo entender los gustos de la otra persona, ir adaptándose a la situación, acomodándose poco a poco y sentir como la contraparte también da un poco de sí.

Por esta razón dejo al egoísmo en primer lugar, aquel que no sabe compartir es mejor que se dedique a tener sexo con la persona que mejor lo entiende, o sea con el mismo y que no nos haga perder el tiempo ocupando espacio innecesario en su cama.

Y así queridos amigos concluyo esta extensa exposición, para demostrar que aunque en sexo no se ha escrito la última palabra de cómo hacer las cosas bien, ya se han escrito muchas palabras de cómo hacer las cosas mal, así que a no practicar lo aquí expuesto.

Y ustedes ¿Que otros errores de cama conocen?

2 de agosto de 2011

Un triste cumpleblog

Escribo hoy unas desgarradoras líneas en el quinto aniversario de mi amada Franja Rosa, la alegría de esta celebración se ve un poco opacada por la irreparable pérdida de mi mamá que abandonó este mundo antes de que todos lo planeáramos, hoy escribo este post en homenaje a su memoria, que desde el cielo siga iluminando nuestras vidas y llenando de ilusión nuestros corazones.


Hoy no sufro por ella, mi mente es consciente de que su partida redujo el sufrimiento que acabo con su vida, y que ahora está mejor que cualquiera de nosotros que lee este post, mi tristeza se deriva de su ausencia, de no escuchar su voz, ni su risa, de saber que nunca más llegara su inoportuna llamada a la hora del desayuno o su inesperada llegada justo cuando estoy solo en casa en la ducha.

Siento un profundo dolor de encontrar sus cosas, de descubrir la forma en que ocultaba unos pocos pesos para comprar aquellas cosas que no se atrevía a pedirme, de descubrir sus manualidades a medio terminar o de las cosas que celosamente me dio a guardar por temor a que se le perdieran en el hospital durante estos últimos días, y de pensar que nunca se las voy a poder devolver.

Pensaran que porque razón escribo esto y es porque este espacio, es el confesionario donde durante muchas veces he reído y llorado, y me sirve para desahogar muchas de las penas que a veces no puedo expresar en ningún otro lugar, este soy yo un ser que siente las cosas buenas y malas de la vida, las irremediablemente inevitables como las absurdamente casuales, y como bloguer que soy aliviano la carga de mi propia tristeza sacando a flote todo aquello que de mantener dentro de mí, simplemente me consumiría como una hoja de papel al fuego.

Es curioso pensar ahora pero en realidad lo que más extraño de mi mamá es su risa, aunque insistía en verme como un niño y tratar de cuidarme como tal no extraño para nada su sobreprotectora actitud de no dejarme hacer nada por mi propia cuenta, pero si me hace falta su desbordante presencia, la forma en que derrochaba contagiosa energía y con ella hacía que el mundo girara.

Por ratos siento l profundo temor de no ser capaz de seguir adelante, y aunque a todos nos debe pasar lo mismo ante semejante pérdida, el decirlo me hace sentir más fuerte, estaré ansioso que algún día pueda reunirme de nuevo con ella, de hablar con ella nuevamente, hasta de pelear con ella por las cosas más simples, hasta entonces tengo la importante tarea de preservar su legado y no dejar que muera todo lo que ella hizo.

Como dice una canción, sus ojos se cerraron pero el mundo sigue andando…
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