El último fin de semana conté con la dicha o la desdicha de permanecer impasiblemente sentado en la barra desde donde este cerebro inquieto se dedico simplemente a apreciar como cada loca con su pareja de al lado asume, en ocasiones, comportamientos en los que seguramente más de un caricaturista se ha basado para realizar su arte.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, lean y juzguen:
Chip y Dale: Cruzan la puerta del bar asumiendo que ellos dos son los clientes más populares de todo el negocio por el hecho que fueron amigos de un mesero que despidieron hace meses, y que en nombre de esa pérfida amistad son merecedores de protagonizar todas las novelas que se desarrollan dentro del bar, cuando salen a bailar esperan quela pista se despeje para sus movimientos exagerados con los que de forma desprevenida golpean a las demás personas sin importarles, creen que juntos conquistaron el mundo y todos los mortales envidian su belleza como pareja.
Tom y Jerry: Este es el típico par de dos que no pueden vivir juntos y tampoco pueden vivir separados, uno de ellos es inquieto y curioso, el otro en tanto es irascible y exageradamente estable cuando encuentra un estado de confort, por eso se molesta en exceso cuando su consorte realiza cualquier actividad que lo desubique de su estado de comodidad, por lo tanto la noche se vuelve una cacería en la cual se enfrenta la dinámica de abrirse al mundo y el ansia de cerrarlo para los demás, tiempos después aun me sorprendo como siguen siendo pareja.
Batman y Robín: Llegan los dos, el mayor con una madurez prematura y una ostensible situación económica solvente, el menor con cara de fugitivo de la adolescencia espera ser invitado, atendido y protegido, por su proyecto de marido que a la vez que está convencido que la fortuna le sonríe y lo hace a él mismo el hombre más afortunado de toda la ciudad. Su instinto protector termina absorbiendo al más joven de los dos al punto de creer que todo lo que subsiste en el bar constituye en sí una amenaza para tan dispar relación.
Pinky y cerebro: Uno alto, flaco, carismático y despistado, el otro bajo calvito y malhumorado, mientras el flaco se goza la rumba relajado y sin ningún tipo de prejuicios que le amarguen la noche, el otro se sienta en una mesa y anda trazando planes mas propios del príncipe de Maquiavelo creyendo que con su astucia esta dominando la situación y por eso pasa toda la noche esperando que los hombres presentes se rindan a sus pies sin notar que es él quién mas posibilidades tiene de regresar solo a casa.
Carl y Lenny: Este par se encuentran comprometidos en teoría pero al parecer pierden la memoria sobre este tema de forma instantánea al momento de cruzar la puerta del bar, beben en cantidades alarmantes y de forma poco sincronizada, cuando su estado de lucidez ha disminuido a menos de la mitad, cada uno por su propia cuenta crea maniobras evasivas que les permita salir en la cacería de pérfidos y solitarios visitantes del bar para obtener de ellos un poc de los que le sobra con su respectiva pareja.
Asterix y Obelix: Posiblemente prófugos de un bar de osos, se caracterizan por sus movimientos toscos y su actuar brusco, son tan poco afectivos entre sí que uno no puede asegurar en ningún momento que sean pareja, pero tienen la facultad de estar involucrados en cualquier problema que se presente en el bar, su falta de higiene y cuidado personal es quizás su elemento más destacable sobre todo si se cuenta con un olfato tan sensible como el de su servidor.
Sccoby Doo y Shaggy: La perra y la loca, escuálidos, claramente ruidosos y definitivamente para nada discretos, sus ojos que no se quedan quietos mientras escudriñan incansablemente todas las figuras presentes con un evidente e insaciable apetito por tomar lo que sea sin importar su procedencia, en apariencia son buenos amigos pero tan pronto como uno tiene éxito en la cacería de marrano el otro llega irremisible e inmediatamente a reclamar su parte del botín y los no tan evidentes derechos de propiedad sobre su compañero.
Pedro Picapiedra y Pablo Mármol: Llegados de la edad de piedra, son dos jóvenes cuyo sentido de la estética ha sido pomposamente destruido por los consejos de sus familiares mayores y armonizados por lo que el uno cree del otro y viceversa, cuya ambición de estar en un lugar de homosocialización es sentirse que no solo ellos dos forman parte de este mundo gay sino que hay muchos con ellos, tras dos cervezas y sentirse totalmente fuera de lugar regresan a casa con una sensación de haber perdido el tiempo.
El oso Yogui y Boo boo: Mas que una pareja parecen un padre y su hijo, mientras el mayor trata de enseñarle al menor la forma más adecuada de sobrevivir a ser reconocido como un gay en un bar gay, el menor anda asustado y escondiéndose de todos los posibles paparazis que lo fotografíen en el antro en que se encuentra y publiquen su fotografía en el noticiero de las 7 que la abuelita nunca se ha perdido, no habla con nadie, no baila, y así se muera de ganas de ir al baño, no se levanta de la silla que su compañero y protector coloco improvisadamente en algún lugar cerca a la mesa.
Bob esponja y Patricio Estrella: Carentes de gracia, y realmente incapaces de distinguir cualquier bar gay de un antro de mala muerte, su principal motivación de salir de rumba, se relaciona con la capacidad de llamar la atención, bien sea para bien o para mal y luego creer plenamente que su actuar ridículo los hace los hombres más admirados del lugar y que las miradas de desprecio que le hacen a cada uno corresponden a la envidia que les tienen por su respectiva pareja.
Poo y Tigger: La combinación perfecta, son amigos de todos aunque generalmente uno tiene una preocupación considerable por el licor y el otro por el baile, en un momento alguno de los dos termina metiéndose en un problema que si n ser muy grave el otro magnifica para correr salvadora mente en su rescate y siempre están unidos, así que aunque son amigas que cazan juntas una siempre anda detrás de la presa que la otra diviso.
***
En no pocas ocasiones he pensado en estos pobres seres que salen con el afán de divertirse y que terminan siendo en mis palabras no son culpables de ser como son, es simplemente nuestro buen o mal juicio el que me permite destrozar su integridad y a ustedes despertar una sonrisa burlona o simplemente un sincero sentimiento de pesar.
Tras terminar de tipificar este exótico zoológico de pares en una servilleta decido mejor terminar mi bebida y regresar a la realidad en espera que ningún otro incognito escritor escribiera sobre los solitarios visitantes de los bares que terminan escribiendo y riéndose solos.
Para todos ustedes un cálido abrazo.
Fragmentos
Se acabo el 2.010 es posible que los post venideros hagan mayor referencia a la llegada de las fiestas, definitivamente mi anhelado sueño del visitante 50.000 se hará realidad, más aún tengo mis dudas si puedo cumplir con el esperado fan 500 en Facebook, ahí lo ensayamos haber hasta donde será posible.
Aunque rajo de la realidad gay como se me ha venido la regalada gana, debo admitir que aun no comprendo porque no poseo la destreza para escoger un novio cuerdo, a este paso pronto entrare a los records Guinness como el más bruto de la vecindad, por ratos creo que es herencia de familia.
Al parecer la actividad de la blogaysfera está retomando de nuevo su encaminado y productivo curso, es bueno saber que todos mis grandes amigos y colegas de este maravilloso mundo han regresado, aunque no niego que me parece curioso la simultaneidad de sus publicaciones y que justo reviso cuando miraba el tema de que mujeres que comparten mucho tiempo juntas terminan sincronizando sus ciclos menstruales, ¿Coincidencia? Decídanlo ustedes jejejeje.
A los comentarios del post anterior
Un blog sin comentarios es como una noche sin estrellas, gracias a quienes desde su cielo me regalan un poco de la luz para llenar de brillo este pequeño rincón del mundo donde aprendía soñar.
A mis comentaristas, gracias por el apoyo y espero que este pequeño granito de arena haga mas inmenso el grupo de personas que lucha contra esta pandemia.
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